La toma de requerimientos es la fase fundamental en un proyecto.
Es en este momento que podemos entender si la cosa irá bien o mal. No se trata de ser adivinos, es que la experiencia nos ha enseñado a ver los problemas desde lejos y a intentar avanzarnos a ellos cuando resulte posible. Al entregar un “producto” que no se traduce en algo tangible, a veces los clientes pueden llegar a tener una imagen distorsionada del tiempo y del coste necesario para hacer realidad su idea.
Pero no nos vamos a alargar más. Compartimos con vosotros esta gráfica, que habla por sí sola: